Se graba. Agarra el teléfono. Llama a su ex. Le pregunta por sus padres, por las novedades de su vida. ¡Qué gran patraña, qué pelotuda soy!, piensa en el fondo. Y después del soso preámbulo le arroja la verdad: Quiero que sepas que te sigo extrañando… ah, sha lo sabías… ah, estás con tu novia… buuueh… bárbaro… Cuelga.
Sigue llorando. Quiere volver a llamarlo. Antes de ejecutar el plan suicida recuerda lo siguiente: “no lo shamo porque en este instante está garchando… se la está garchando”.